Si hay algo que ha aprendido Paloma San Basilio en sus 50 años de éxitos es que vivir —y cantar— se asemeja mucho a volar.
Con un toque de humor, nos comentó: “Ser Paloma me ha favorecido mucho, ya que me he pasado el tiempo volando de un lado a otro”, revela con su radiante sonrisa en una entrevista exclusiva con Nueva Mujer Ecuador.
Hoy, la artista madrileña que ha conquistado escenarios con himnos como “Cariño mío” y “No llores por mí, Argentina” se encuentra preparando su gira de despedida: un tour mundial titulado, simplemente, Gracias.
La reina de su propio espacio
En los años 70, ser mujer y destacada artista representaba un desafío, ya que la presencia masculina era predominante.
“En mi época, ese era un ámbito dominado por hombres. Mi única opción fue empoderarme y defender mi lugar”, recuerda. Entre ensayos, luces y vuelos transatlánticos, también asumió el rol de madre, un verdadero desafío, pero la pasión por su arte nunca la llevó a rendirse.
Su motor se llama Ivana, productora, cantante y, sobre todo, su talentosa hija: “Ella me inspiró para esta gira de despedida, que es un regalo”.
¿Cómo ves a las nuevas generaciones de artistas femeninas?
Al preguntarle sobre las nuevas voces femeninas, Paloma se muestra optimista: “Cada vez tienen más espacio y lo hacen con estilos únicos”.
La artista destaca que es maravilloso observar cómo la escena se llena de talento femenino. Lo importante es ser fiel a tu esencia y defender tu lugar con voz y corazón.
La pluma que nunca calla
Después de su último libro, Uxoa, el secreto del valle, ya sueña con más páginas. Cada obra guarda un fragmento de su esencia; muchas surgen de sus viajes, como aquel al Tíbet.
¿Retirarse de la escritura? Ni pensarlo. La música puede ceder terreno, pero su pluma sigue danzando. Además, está preparando un proyecto teatral en el que dará vida a Dulcinea del Toboso, la mujer silente del Quijote.
Entre ensayos de su tour Gracias, Paloma se alista para interpretar aquellos temas que han marcado generaciones.
Paloma San Basilio vuelve a alzar el vuelo. Quizás sea su último gran despegue sobre un escenario, pero su voz, su pluma y su legado ya están grabados en la memoria de generaciones para siempre.